Una exhibición temporaria con 28 obras del fotógrafo suizo Samuel Rimathé, que retratan a vendedores ambulantes, changarines, obreros, paisanos criollos, habitantes de conventillos porteños y pobladores de las afueras de Buenos Aires.



La fotografía de Samuel Rimathé es un aporte a la memoria colectiva. Su vasta producción se inserta en el imaginario social y amplía las representaciones, despojándolas del relato solemne sobre las grandes hazañas.

Rimathé fue incisivo: su trabajo traza, sin buscarlo, los márgenes del progreso incipiente y devela la intención última de mostrarlo todo. Los enormes edificios públicos, las avenidas y los palacios, la ciudad funcionando como una máquina tenaz, pero también los mercados callejeros, los conventillos, los vendedores ambulantes, los peones y los pobres. Hay algo de misterioso en el origen y en la forma de crear sus capturas. Como si el enigma que pesa sobre la vida del fotógrafo también lo hiciera sobre ellas.

Su mirada de inmigrante ―cargada, a la vez, de inquietud y extrañeza―, configura un modo pensar y estudiar a la sociedad argentina de fines del siglo XIX, todavía elemental, signada por movimientos constantes y grandes transformaciones. En ese contexto tumultuoso, logra congelar los gestos, ademanes y posturas de los testigos y protagonistas de tal proceso: los trabajadores. Rostros de hombres y mujeres portadores de trayectorias trasatlánticas y de incertezas cardinales, encontrándose de pronto con un mundo entero por hacerse. Manos que sostienen, cargan, lavan y ofrecen. Cuerpos que recorren las ciudades y que, en ese recorrido, las mapean y las transmutan.